Lo único que intento es crear la frase romántica por excelencia. No busco nada más que sacar de mí algo tan bonito y perfecto que nadie pueda responder. Algo así, que tenga como única respuesta un grito mudo de asombro, que sobrecoja ambos ventrículos y te haga querer hasta con el endocardio.
Sé que hay frases tan impecables que sólo el hecho de pensar en superarlas produce risa, pero no tengo suficiente: sé que lo más bonito aún está por escribir. Debe de encontrarse en algún tintero de un pobre enamorado que día a día se alía con las letras para combatir el dolor; o en las teclas del ordenador de aquella que suelta por las manos lo que no puede aguantar ya en su cabeza. En el insomnio de los amores no correspondidos, más que en la felicidad de aquellos que gritan la maravilla de verse sometidos. Cerca de los veinte poemas de amor y la canción desesperada de Neruda, o rondando con el porvenir del pasado de Mario Benedetti. Superando a las grandes declaraciones de las grandes historias del cine, y dejando atrás al más bonito de entre todos los votos nupciales.
Debemos creer que está por llegar, que la frase más perfectamente increíble que una persona le haya dicho nunca a otra, va a ser superada. Yo creo que así será, y puede que después la vida de los versos transcurra sin cambios, pero, por lo pronto, me queda la esperanza de que la frase que movilice al mundo salga de mi boca.
"Puedes llamarme soñadora, pero no soy la única".
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