No siempre las historias más bonitas son creación de una película. A veces están en nosotros, en cada palabra o hecho que manejamos entre las manos. Permíteme decirte que tienes la ocasión de que un simple "buenas noches" pase a dar buenos días; de que un "te echo de menos" se convierta en un "me alegra tenerte aquí" y por el módico esfuerzo de decirlo de corazón. Y es que no hace falta ser la dama de la alta torre para que un príncipe venga a rescatarnos de la soledad que nos rodea; ni necesitamos que sea un apuesto caballero quien desde su bonito corcel nos diga lo preciosas que estamos para que merezca la pena escucharlo.
Las grandes historias, películas favoritas y perfectas anécdotas de nuestro día a día son aquellas que empiezan con una palabra de cariño de la primera persona en la que piensas nada más despertar. Así de sencillo es a veces, aunque nos empeñemos en hacerlo complejo con rosas rojas y una tuna debajo del balcón. El encanto del día a día, sin magos que pongan banda sonora a cada beso y un arco iris bajo el que pasear, porque magia... Magia es verte sonreír.
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