Deberíamos saltar al vacío al menos 2 veces en la vida, aún sabiendo que nos romperán el corazón.
Es arriesgado, pero es la única forma de aprender ciertas cosas...
La primera vez que lo sintamos hecho pedazos conoceremos donde está nuestro límite, y una vez conocido, no necesitaremos de nadie más para juntar las piezas y que vuelva a latir...
La segunda vez nos enseñará lo que duele entregar una parte de ti a una persona que no ha sabido estar a la altura del regalo. Sólo estando al otro lado, comprendiendo lo que se siente de primera mano, aprenderemos la forma de no herir a los demás como no queremos ser heridos nosotros.
Dicen que las lecciones más importantes son aquellas que se aprenden de la forma más dolorosa... Posiblemente pocas cosas más dolorosas hay que tener mil pedazos en tus manos y no saber con qué pegarlos...
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